Apertura Sexual

Cuando yo estudiaba actuaci�n, conoc� a dos chavos que ven�an de fuera y eran
"primos", seg�n ellos. Soy de provincia y me vine a la Ciudad de M�xico porque
mi deseo era estudiar en una buena escuela. Como cuando llegu� las fechas de
inscripci�n ya hab�an cerrado, decid� entrar a estudiar teatro y fue ah� donde
los conoc�... a aquellos que cambiar�an mi vida de manera radical.  
Ellos eran s�per abiertos al respecto de su sexualidad, pero yo todav�a no me
aceptaba por completo. Fue con ellos que me abr�, porque eran unas personas muy
carism�ticas y cari�osas tambi�n. Pod�as platicar durante horas con ellos y no
aburrirte. Los llamar� Rub�n y Esteban, para no herir susceptibilidades, por si
llegan a leer este relato.  
Un d�a fuimos al Centro Nacional de las Artes a ver una obra de teatro y de ah�
me invitaron a dormir a su departamento. Era peque�o, estaba desordenado y un
poco sucio, pero bastante acogedor. Ya ah� fuimos a comprar botanas y cervezas.
Aunque yo no tomo, la m�sica estaba tan chida que decid� un�rmeles. Despu�s de
unas cuantas copas, decidieron jugar a "verdad o reto", as� que tambi�n acept�
jugar. Ya saben... lo t�pico. Se empieza leve y despu�s comenzamos a besarnos y
luego a m� me toc� desnudarme. La verdad es que yo en ese tiempo hab�a bajado
unos 22 kilos de peso y me ve�a de perlas (aunque ahora he subido unos kilos, me
veo mejor, medio fornido, pero no gordo). De una cosa pasamos a la otra y
mientras yo besaba a Rub�n, Esteban comenz� a besarme la espalda. Comenc� a
mam�rsela a Rub�n, el cual la ten�a enorme (en verdad que la ten�a enorme, estos
no son choros) y como no ten�a experiencia, sin querer lo lastimaba con los
dientes, as� que comenz� a ense�arme c�mo hacerlo mejor. De Rub�n pas� a
Esteban. Esteban, tirado en el piso y yo a cuatro patas mam�ndosela, cuando
sent� c�mo Rub�n comenzaba a penetrarme. El dolor fue tal que tuve que pedirle
que se detuviera o que lo hiciera m�s despacio. As�, mientras yo le daba placer
oral a uno, el otro me cog�a. Era en verdad algo incre�ble, raro, pero
incre�ble. Esteban se vino en mi mano, ya que todav�a no estaba preparado para
tragarme su venida, pero Rub�n s� descarg� todo su semen dentro de m�. Pude
sentir claramente una extra�a presi�n que me ocasionaba dolor al mismo tiempo
que placer.

Terminamos y Esteban se fue a dormir. Rub�n y yo continuamos platicando. El
alcohol no parec�a hacer mella en �l, al contrario, lo hac�a ponerse m�s
cachondo. Nos metimos a su cuarto y ah�, comenzamos a besarnos de nuevo. A pesar
que Rub�n es m�s bajito en estatura que yo y que normalmente es pasivo, seg�n me
cont� m�s adelante, conmigo le entr� una etapa de activo que ni �l se pod�a
explicar. Nuestros cuerpos embonaban perfectamente en la cama. Nos desnudamos
otra vez y yo tuve la oportunidad de acariciar su espalda y sentir sus nalguitas
hermosas. Gem�amos como desesperados. Me puso de espaldas en el piso y se coloc�
entre mis piernas oblig�ndome a abrirlas. Ver mis tobillos en sus hombros era
como un sue�o. Me penetr� y me excitaba m�s el poder ver su rostro de placer
mientras me la met�a una y otra vez. Cada vez m�s r�pido. �l estaba de espaldas
a la puerta, pero yo pude ver claramente cuando Esteban entr� y se qued� un buen
rato vi�ndonos. El que nos observara me prendi� todav�a m�s. Despu�s de unos
minutos se sali�, pero yo segu�a ah�, con casi 19 cent�metros de verga en mi ano
y acariciando el redondito trasero de Rub�n, empuj�ndolo hacia m�, oblig�ndolo a
penetrarme a�n m�s. Se vino por segunda vez dentro de m� y fue entonces cuando
tom� mi pene en sus manos y se lo meti� todo a la boca, logrando que me viniera
y trag�ndose todo mi l�quido. Rub�n ten�a una extra�a costumbre: despu�s de
tener sexo, siempre se masturbaba y yo, gustoso, siempre lo ayudaba.
A la ma�ana siguiente, nos fuimos directo a la clase de expresi�n corporal,
porque est�bamos ensayando una obra a la cual le faltaba poco para estrenarse. A
partir de ese d�a, cada fin de semana, las fiestas entre los tres se volvieron
costumbre y el sexo estaba a la orden del d�a. Aunque si quieren saber m�s, eso
ser� en otro relato.  
S�lo quiero que sepan (Rub�n y Esteban) que a pesar de todo, los perdono. Yo s�
que las cosas nunca volver�n a ser iguales, pero de todas formas, mi mente y mi
alma est�n tranquilas. Me ense�aron muchas cosas, buenas y malas, acerca de la
humanidad. Espero que todav�a guarden un recuerdo c�lido de todo lo que
compartimos. En mi coraz�n no tiene cabida el rencor.  




 

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