Miguel �ngel

Hola a todos. Tengo 20 a�os, aunque esto ocurri� hace
dos a�os, cuando ten�a 18, y quiero contaros un relato
con el fin de que una persona muy especial lo lea.


Todo empez� cuando, de golpe y porrazo, mis padres se
mudaron a las afueras de la ciudad. Ya que el curso ya
hab�a empezado, seguir�a en el mismo colegio, y me
tocaba desplazarme hasta el instituto en tren. Genial.
Deb�a levantarme una hora y media antes para entrar a
la misma hora en el instituto. En un principio, la
situaci�n parec�a bastante absurda.


Al cabo de dos meses de viajar en el tren, me fij� en
un hombre, maduro, de 53 a�os, bastante varonil, y que
debido a su vestimenta (smoking y corbata), parec�a un
hombre al que no le faltaba dinero.


Por aquel entonces, no conoc�a mi devoci�n hacia los
hombres maduros, y por eso me asust� un poco al
principio. Aun y as�, ese mismo hombre, que, por cierto, llevaba
bigote y gafas, segu�a yendo al mismo tren (el de las
7:45) todas las ma�anas, sent�ndose en la misma
parcela del tren cada d�a. Yo intentaba subirme y
colocarme lo m�s cerca de �l sin levantar sospechas.
Le miraba disimuladamente, pero era bastante obvio que
le miraba.


Un d�a, ese hombre me dio una grata sorpresa. Me
miraba �l tambi�n, disimuladamente, intentando evitar
que viera c�mo me miraba y seguidamente se pon�a la
mano disimuladamente encima del paquete.
As� que un d�a, cuando, en contra de la regla general
de todas las ma�anas, el tren iba casi vac�o,
consegu�, al fin, sentarme a su lado. Y,
sorprendentemente, se puso a hablar conmigo. Se
present�. Se llamaba Miguel �ngel, ten�a 55 a�os y
estaba divorciado y sin hijos. Entonces descubrimos
que, pese a la gran diferencia de edades, ten�amos
muchas cosas en com�n.


Lleg� la hora de bajarnos del tren. Debido a que nos
baj�bamos en la misma parada, pudimos continuar
nuestra conversaci�n. Entonces, �l dijo que deb�a ir
al lavabo. Yo le dije que tambi�n. En realidad ten�a
prisa, pues quedaban tan solo 20 minutos para entrar
en las clases. Pero ya nada me preocupaba. Mi �nico
objetivo era estar con �l y alargar m�s ese momento,
con el cual hab�a estado so�ando durante un mont�n de
tiempo.


A esas horas, por suerte, los lavabos de la estaci�n
(la m�s c�ntrica de Barcelona) estaban casi vac�os.
As� que, cuando se dispuso a echarlo todo en los
meaderos para hombres (as� los llamo yo), se lo dije
indirectamente: "Qu� reloj m�s bonito tienes". Con una
mirada se�al� los lavabos, los de toda la vida, y nos
encerramos dentro. Entonces se quit� la americana, y
yo le quit� la corbata y le desabroch� lentamente la
camisa, para ir lami�ndole la barriguilla (tipo
cervecera) que ten�a, peluda, como a m� me gustaba.
Entonces fui bajando, me entretuve un poco en ombligo,
pero baj� hasta llegar al cintur�n. Se lo desabroch�
lentamente y le quit� los pantalones, dej�ndole s�lo
en calzoncillos. Le puse cachondo con los calzoncillos
puestos, y luego le di un beso en la boca que duro
para siempre. Me encant� el sentir los pelos de su
bigote pinchando mi nariz.


Luego, sin pens�rmelo dos veces, le quit� los
calzoncillos, y me puse a chupar esa polla peluda y
huevona, sin ser extremadamente grande, m�s bien
peque�ita, 15 cm., hasta que �l me dio unos
golpecitos en la cabeza para que parara. �l ya la
ten�a dura como una piedra, y a m� me hab�a encantado
sentir una polla dentro de mi boca por primera vez.
Entonces se dispuso �l a chuparmela. Me baj� los
pantalones lo justo para que mis huevos estuvieran a
su aire. Joder, c�mo la chupaba. Jam�s lo hubiese
podido creer. Me encant�. Casi adivin�ndolo, Miguel
�ngel evit� que me corriera apret�ndome los huevos.
Qu� gusto, dios m�o. Me hab�a enamorado de �l.
Pero ah� no acab� la cosa. Cuando a�n no me hab�a
corrido, �l se levant� y me dio la vuelta. Me chup� un
poco el culo y me meti� lentamente los dos dedos para
prepararlo. "Seguro que ya lo ha hecho antes", pens�.
Y luego el �xtasis. Nada m�s sentir esa polla dentro
de m� me mor� de gusto. Los dos gem�amos
silenciosamente, intentando evitar que nos oyeran
fuera de los lavabos. Mientras me la met�a, �l me iba
haciendo una lenta paja, al mismo comp�s que �l me
penetraba. Luego, la sac� de m�, y se corri�. No pude
recoger todo el semen que sal�a de su pene pues era
mucho y sal�a muy esparcido. Aunque, sin duda, el
sabor de su semen era exquisito. Y para acabarlo, �l
me la chup� para que me corriera de una vez por todas.
Siempre me acordar� de esa visi�n en la que mi semen
corr�a por sus gafas y su bigote, y c�mo me chupaba la
punta del pene para saborearlo todo.


Despu�s de limpiarnos y de tomar todas las
precauciones para que nadie nos viera salir juntos
del lavabo, nos fuimos a tomar algo en un bar. (Un
poco est�pido, pues tan solo eran las 9:20 de la
ma�ana). Ah� lo conoc� un poco mejor. Me dijo que
viv�a solo en un amplio piso en las afueras de la
ciudad, y que a partir de entonces, su casa tambi�n
era la m�a.


Al d�a siguiente, fui a visitarlo a su casa, y despu�s
de echar un polvo similar al que os he contado, le
pregunt� si le gustar�a establecer una relaci�n
estable. �l asinti�. Se le ve�a tan feliz... Un a�o despu�s lo dejamos, pues 37 a�os de diferencia eran
muchos. Aun y as�, me relaci�n con �l fue la mejor que
he tenido jam�s, y es de la �nica persona de la que me
he enamorado locamente. Y lo sigo estando. Desde el
d�a que empezamos a salir juntos, follamos m�s de cien
veces, pues as� nos demostr�bamos lo mucho que nos
quer�amos. La mayor�a de veces lo hicimos en su casa,
aunque los polvos que mas morbo me daban eran los que
ech�bamos en el campo, en las rocas de playas
nudistas, en su coche (un Citroen Xsara bastante
amplio), etc. Pod�is imaginaros lo mucho que le quer�a
y le quiero, ya que si no, no estar�a escribiendo
esto.


Ya para terminar, te digo, Miguel �ngel, que si alguna
vez lees esto, y s� que lo har�s, pienses un poquito
sobre m� y nuestra relaci�n. Te quiero.

 

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