INTRODUCCIÓN
1 GÉNESIS
2 ANAGNÓRISIS
3 EPILOGO
Marcel Proust:
La degradación humana por medio del amor.
... una lectura fragmentada.
INTRODUCCIÓN
El siguiente comentario pretende
ser una invitación a la obra de Marcel Proust. No
te pierdas en el camino y observa que antes que mis tonterías, está
la genialidad de Marcel Proust. Enfrentemos
su
monumental
texto, En busca del tiempo perdido.
De compleja arquitectura,
requiere diversos niveles de comprehensión
que te llevan a múltiples lecturas: esta lectura que comparto
contigo, es tan
solo una más. Haremos del
texto, tu y yo, una
lectura fragmentada partiendo de UN AMOR DE
SWAN,
ubicando con ello dos
polos que peligrosamente se tocan a lo largo de la obra, como vía para
la degradación
humana, partiendo de sus personajes protagónicos: Swann y Odette.
Para un incipiente lector, recordaré
que Un amor de Swan, texto por sí
mismo independiente, se encuentra
ubicado dentro de la gigantesca obra En busca
del tiempo perdido
, en el siguiente nivel:
-
Del lado de los Swann:
a) Combray.
b) Un amor
de Swann
c) Nombres de región: El nombre.
-
A la sombra de las muchachas en flor.
-
Del lado de Guermantes. (partes I y II)
-
Sodoma y Gomorra. (partes I y II)
-
La prisionera.
-
La fugitiva.
-
El tiempo recobrado.
Como podemos ver, Un
amor de Swann es un fragmento del total de la obra y presenta
una estructura anecdótica completa que nos permite
su
lectura por separado del total de la obra. De ahí mi propuesta de
"lectura fragmentada".
Hay en Marcel Proust un uso de
frases largas, laberínticas, que analizan y comprueban el paso de
una memoria afectiva a una memoria efectiva
en la cual los sentidos se embotan, descomponiéndonos a una sociedad
que por sí misma se degrada, tal y como como nuestra sociedad
homosexual, por
sus vicios y por el manejo de una distorsionada voluntad ética.
Esta frase larga se pliega a la
atracción
de los sentidos, recreándonos una narración en la que la metáfora
se cierra y se abre para fragmentarlo todo y para ordenarlo todo en la
conjunción de un microuniverso que, a su vez, surge de un macrouniverso
en donde la flor, la música, el amor, la mujer como la parte femenina
del hombre, el hombre, el erotismo, nos permiten una lectura que va de
lo crítico a lo perverso.
Por eso en Proust hay una lectura
que es
críticamente
perversa.
Estamos ante una lectura perversa de
la frase larga, ante una lectura de un laberinto perverso.
Pero también hay en Proust una
lectura ingenua a partir de la frase corta, simple, que analiza en
lentos
recorridos lo que su contraparte crítica realiza analógicamente
con un ritmo y una música en la que se afirma o se niega todo un
vocabulario introspectivo, pletórico del yo
óntico de Proust. De ese yo que nos legó a
Swann y a Odette como si fueran dos ejes a partir de los cuáles
se genera una llama doble como bien señalaría Octavio
Paz, llama que ilumina un territorio que pertenece al amor y que:
es
un espacio imantado por el encuentro de dos personas
(La llama doble, Seix Barral,
1993, pág., 34).
Personas que se unen y se
funden
en una pasión y por esa pasión se degradan en
continua
negación de sus mismidades puesto que, según nos indica George
Bataille,
queremos
resueltamente lo que pone a nuestras vidas en peligro
(El erotismo, Tusquets Ed.)
peligro que llega a niveles
escatológicos,
obscenos, perversos y, por ende, degradantes.
Seamos puestos, ante semejante
perspectiva, en el sendero de la obscenidad y de la degradación:
tanto tú, mi querido lector, como yo, tu narrador.
Y de las frases largas no te
inquietes,
serán un pequeño homenaje a Proust.
GÉNESIS
(1)
Si revisamos el índice
del texto de Barthes,
Fragmentos de un discurso amoroso
llegaremos a notar que falta una palabra.
Esa palabra sería justamente degradación, palabra
que curiosamente, iría antes de y junto a demonios, posiblemente
porque la degradación que se da en una pareja (y a
mí me
interesa la pareja homosexual), sea provocada por los demonios de
la naturaleza
humana, naturaleza contradictoria que transgrede
incesantemente las fronteras
de un triángulo cuyos vértices son:
la sexualidad, el erotismo y el
amor.
Resultados de tan contradictoria naturaleza
hay muchos y muy antiguos desde épocas egipcias y grecolatinas, tan
vasta ha sido la producción y la
creatividad del género humano en este sentido, producción
con la que confirmamos lo humano que somos a partir de nuestras vidas.
Julián Marías nos ha
dicho sobre la vida:
La vida se hace hacia
adelante;
el hecho de que acontece, su temporalidad, le marca esa dirección
y ese
avance en que su futurición consiste.
(Antropología Metafísica.
Alianza Universidad, 1987, pág. 86.)
Por eso los personajes que me
ocupan están arrojados en sus vidas hacia un futuro incierto, en
el que la única certeza es la muerte:
desde la espiritual,
que es el amor, hasta la física.
La anécdota por la que conocemos
a Swann y a Odette parte de una velada en casa de la familia Verdurin
(cuyo
comportamiento es el de unas auténticas verduras humanas), surgiendo
de ese encuentro en poco tiempo un amor apasionado del que resultará
una hija. Sin embargo, el desarrollo de ese sentimiento no será
ortodoxo, sino tortuoso y enfermizo: Odette, aún y a pesar de ser la
señora
de Swann, no perderá su categoría de cocotte.
Odette se convierte así en
el signo de la apariencia. Por un lado será dama honorable
y por el otro, una dama con una irredenta naturaleza galana, dentro del
más puro estilo medioeval del amor cortés. En este punto,
más que interesarme la anécdota, me interesa el amor que
se da antagónicamente entre ambos personajes y la degradación
que conlleva todo este proceso.
Entre amor y erotismo se deben vincular
dos palabras esenciales: erotismo y sensualidad.
Grube, en su estudio
sobre el pensamiento de Platón, nos ha dejado dicho que el amor
tiene siempre un objeto y su relación con este objeto es
de deseo (Grube, G.M.A.: El pensamiento
de Platón.
Gredos, 1987. Pág. 61). Y al deseo lo alimenta
EROS, daimon o Dios del cual Platón, por boca de Sócrates,
nos dice:
(Hay muchos démones que)
... en efecto, son numerosos,
y de todas clases, y uno de ellos es también eros.
(Platón. Diálogos.
Gredos, 1990. Vol. III, pág. 248)
Este será el demonio que
atrape a Swann mediante las redes de Odette y que será puesto de
manifiesto cada que hacen catleya:
En
esa época de la vida, el amor ya nos ha herido varias veces, y ya
no evoluciona siguiendo sólo sus propias leyes desconocidas y fatales
ante nuestro corazón asombrado y pasivo. Venimos en su ayuda, lo
falseamos con la memoria, con la sugestión. Al reconocer uno de
sus síntomas, nos acordamos de los demás y los hacemos revivir.
Como ya poseemos su melodía, grabada totalmente en nuestro ser,
no necesitamos que una mujer nos diga cómo es el principio ... para
saber como sigue.
(Proust, M. Un amor de Swann.
Cátedra, 1988. Pág. 118.)
[En adelante, todas
las citas del
texto, proceden de dicha edición]
Este falsear con la memoria
será
en Swann una constante hacia Odette, en tanto que le resulta una
figura inasible. Proust va creando entre ambos personajes una
ilusión
de amor y paulatinamente nos irá ubicando en una realidad mezquina
al irse desvaneciendo la ilusión para dar paso al egoísmo,
a la posesión, a la obsesión de los celos y a la perversión,
perversión que se resume en la degradación. De tal
suerte que con Odette se cumplirá lo que ya Marcial auguraba en
uno de sus Epigramas:
Las mujeres
exceden con mucho a los hombres
en libertinaje y depravación.
Las mujeres decentes no existen.
(Brusendorff, O. Una historia del
erotismo. Ediciones MYLSA, 1963. Pág. 76).
Y Odette, que nunca fue una
mujer
decente y sí demasiado mujer, será el elemento que
irá degradando progresivamente el amor de Swann, un Swann tibio,
cuyo amor parte de la siguiente frase:
¡Qué
agradable sería tener una persona así en cuya casa se pudiera
encontrar esa cosa tan rara que es un buen té.
(Proust. Op. cit., pág. 152)
Cita en la que Proust asocia
dos elementos importantes:
El primero es el de la persona,
palabra de origen etrusco que significa máscara
de actor
y sobre la que Octavio Paz agrega:
...
el amor exige como condición previa la noción de persona
y ésta la de un alma encarnada en un cuerpo.
(Paz, Octavio. Op. cit., pág.
129.)
El segundo elemento es el de
asociar persona con buen té, ya que de acuerdo a Okakura
Kazuzo, hacer un buen té es toda una filosofía de
la vida en la que se conjuga tanto una ética como una religión
en un concepto integral del hombre y la naturaleza. De tal modo que es
de lamentarse que una naturaleza humana
carezca de té.
Y lo cierto es que Odette carecía
de té.
En la
Cámara
del té el temor
a la vuelta de los que fueron
está siempre presente.
(Kakuzo, O: El libro del té.
Premiá Ed. 1981, pág. 58.)
Y fue en una cámara del
té donde Swann se fue entregando a Odette, la Odette Céfora
de Botticelli que tanto le gustaba a Proust mediante sus lecturas de
Ruskin.
La pintura, la música: la sonata
en casa de los Verdurin/Vegetales y ese Swann que irá asociando
e integrando a su imaginario la figura de Odette, para ir afirmando ese
amor voluptuoso, erótico, del Swann que es capaz de faire
catleya:
...
sencillo
vocablo que empleaba inconscientemente cuando querían significar
el acto de posesión física -en el que, por cierto, no
se posee nada- ... Y acaso esa manera especial de decir 'hacer el
amor'
no significaba exactamente lo mismo que sus sinónimos.
(Proust. Op.cit., pág. 171)
Swann irá instrumentando
paulatinamente lo que Bataille denomina la transgresión indefinida,
porque:
Una
primera licencia limitada puede desencadenar el impulso ilimitado de la
violencia.
(Bataille, Op. Cit., pág. 93)
Y que mejor transgresión
para los convencionalismos que el faire catleya que,
efectivamente,
llevaría a la violenta degradación del amor entre Swann y
Odette. Particularmente a partir del momento en que Odette se convierte
en el objeto erótico de Swann y hasta el punto en el que ella se
connota como una prostituta o mejor dicho, como una cocotte:
... la
prostitución es consecuencia de la actitud femenina. En la medida
de su atractivo, una mujer es el blanco del deseo de los hombres. A
menos
que prescinda del todo de ella tomando partido por la castidad, la
cuestión
es en principio saber a qué precio, en que condiciones, cederá.
(Proust. Op. cit., pág. 183.)
Una parte de la degradación
en el amor de estos dos personajes, queda en evidencia por la
prostitución
de Odette tanto con Swann como con Forcheville, o con otros.
Odette era una mujer fácilmente
entretenible:
... si
aquel mes ayudaba a Odette en sus dificultades materiales con menor
liberalidad
que lo había hecho en el mes último, en el que se le había
dado cinco mil francos, y si no se le regalaba un collar de brillantes
que deseaba, no reavivaría en ella ... aquella gratitud
que le hacía tan dichoso, y hasta corría el riesgo de hacerle
creer que su amor por ella disminuía al ver reducidas las
manifestaciones
de aquél cariño. Entonces ... se preguntó si aquello
no era precisamente 'entretenerla' ... y si no se podía
aplicar a Odette desde que la conocía ... esa palabra
... de 'mujer entretenida'.
(Proust. Op.cit., pág. 216)
Bajo estas consideraciones,
tranquilamente
podemos agregarle a Odette un calificativo ya señalado por Bataille, el
de baja prostituta.
(Bataille. Op. Cit., pág. 187)
Baja prostituta en tanto su
sexualidad
manifiesta es rebajada a una animalidad
entretenedora que transgrede
el amor de Swann hasta la degradación misma. Degradación
que constituye un factor de erotismo en esa relación:
La
degradación era para sus víctimas un camino sin salida, pero
el aspecto degradado del erotismo tuvo una virtud de incitación...
(Proust. Op. Cit., Pág. 192)
ANAGNÓRISIS
(2)
En este juego de degradador/degradante,
hay un consentimiento mutuo que permite esa condición miserable
contra la dignidad humana:
Como
la vida humana es el bien, hay, en la degradación aceptada, decisión de
escupir sobre la vida humana.
(Bataille. Op. cit., pág. 192)
... y agrega Proust:
Y
entonces Swann la
detestaba ... su odio, al igual que su amor,
necesitaba manifestarse y actuar,
se complacía llevando cada vez más lejos
sus malignas fantasías,
porque, gracias a las perfidias que prestaba a Odette, la odiaba todavía
más, y podría si fueran ciertas -como intentaba imaginarse-
tener ocasión para castigarla y saciar en ella su
creciente rabia.
(Proust. Op. Cit., pág. 258)
La
degradación
entrevé
el camino del sadomasoquismo.
Ahora, la condición humana
del ser amado ha dejado de ser socráticamente atópica para
sencillamente ser anulada por el odio de los
celos:
Como una
divinidad
maléfica, los celos inspiraban a Swann y lo empujaban a su ruina.
(Proust. Op. Cit., pág. 340)
... los celos,
como uno más
de esos numerosos démones socráticos
generadores, en éste caso, de odio. Odio
que por ese
carácter
anulatorio volvía a Odette el objeto amoroso ausente, fuente de
un sufrimiento el cual crece al recordar las palabras de Fromm:
En el amor
se encuentra al fin un remedio para la soledad.
(Fromm, E. El arte de amar.
Paidos, 1984. Pág. 88.)
Para este momento, Swann y
Odette
cohabitan en un desierto de soledad.
Ante este sufrimiento por ausencia,
Barthes nos contesta:
La
ausencia amorosa va solamente en un sentido
y no puede suponerse sino a partir de quien se queda -y no de quien
parte-:
yo, siempre presente, no se constituye más
que ante tú, siempre
ausente. Suponer la ausencia es de entrada
plantear
que el lugar del sujeto y el lugar del otro no se pueden
permutar;
es decir: 'Soy menos amado de lo que amo'.
(Barthes, R. Fragmentos de un discurso
amoroso. Siglo XXI, 1977. Pág. 45.)
Y de este menos amor, surge la
frustración
que lleva a la mentira y al engaño, nuevas facetas
de esta degradación que por ser tal, es desgraciada y egoísta:
La
verdad que ansiaba era la que le iba a decir a Odette; pero él mismo,
para obtener esa verdad, no temía recurrir a la mentira, a aquella
mentira que no cesaba de pintar a Odette como una vía de
degradación
para toda criatura humana. En suma, mentía
tanto como Odette, porque era más desgraciado, y no menos egoísta.
(Proust, M: Op. Cit., pág.
334)
En este punto, Proust hace
suyas
las palabras de Platón:
Lo
semejante siempre tiene que ser amigo de lo semejante.
(Platón. Op. Cit., Vol. I,
pág. 297)
Palabras con las que se iguala
Swann con Odette justo en el mismo nivel: se
merecen
el uno al otro.
Swann se encuentra en las redes
de Odette, redes que hacen eco del siguiente pensamiento:
Si me encuentro
poco a poco
en tus redes
como loco
sumergido
yo me troco
en cabriolas
que no toco.
(Cortés Sánchez.
Aún ahora. Gaceta CUDECH. Núm. 4. Mayo de 1990, pág.
23)
... ideas que en la novela nos
aclara el narrador de la siguiente manera:
Y
aquella enfermedad que era el amor de Swann se había
multiplicado tanto ... que había acabado por formar un todo
con él, hasta tal punto que no era posible arrancárselo sin
destruirlo casi por completo:
como se dice
en cirugía, su amor era ya inoperable.
(Proust. Op. Cit. , pág. 267)
El amor de Swann, preso en las
redes de Odette que lo enferman hasta la locura y que lo imposibilitan
para tocarla, para alcanzarla, hasta niveles de parálisis, puesto
que ella se aleja mas y más de él con una perversidad obscena
que produce placer:
... el placer
sólo es posible por cuanto viola alguna prohibición; la felicidad
deja de ser tal cuando no puede ser justa.
(Gorsen, P. El principio de lo
obsceno. Roca, 1974, pág. 11)
Estamos ante una relación
desesperanzada y angustiante hasta la muerte, en la que sus dos
personajes
se han cubierto de fango. Y el fango, al haberse secado, los petrifica
y no les permite libertad de movimientos, a excepción de pensamientos
analíticos, maniáticos y persecutorios, desarrollados masoquistamente
en Swann por fabricar celos a partir de amor:
Así, por
efecto de la misma alquimia de su enfermedad, después de haber
construido celos con amor, se
ponía a fabricar tanta ternura y compasión hacia Odette.
Ya era otra vez la buena, la encantadora Odette.
(Proust. Op. Cit., pág. 262)
Pensamiento que refleja y
resalta
la condición trágica de este amor como una
resultante de errores acumulados
por los que el hombre padece efectiva y
afectivamente una soledad
en la que le carcome el virus de los celos, virus que le genera la
conciencia
de una gran angustia.
Swann irá perdiendo poco
a poco su propia identidad acercándose con ello a la muerte, único
final posible para quien vivió con la desesperanza, el temor y el
miedo ante una vida lúdica con el ser amado. Ser que será
degradado perversamente hasta reducirse a una cosa amada
bajo las vertientes del fuego y del deseo: fuego de la pasión humana
y del deseo animal en medio de una geografía devastada, tópico
desgastado por una degradación que deshumaniza y desplaza hacia
las causas perdidas del alma, mostrando la descomposición humana
en la que abunda una miseria ontológica, miseria que les impide
conocer sus almas.
Hay entre Swann y Odette el
misterio
que representan el uno hacia el otro como personas: Swann irá hasta
la obsesión con el fin de conocer minuto a minuto lo que Odette
hace con su tiempo. Dice Octavio Paz que el amor es subversivo (Op.
cit., pág. 81), pero al mismo tiempo
es caída
y vuelo, elección y sumisión. (
Op. Cit., pág. 97).
La obsesión de Swann es
subversiva, aunque finalmente le lleve a elegir la caída en una
sumisión en la cual será el señor que exige vasallaje,
sin darse cuenta que el vasallo ya lo es él, en tanto
que su libertad se canaliza hacia un afán de posesión
total de Odette, elemento clave en la degradación de los dos
personajes:
el deseo de exclusividad puede
ser mero afán de posesión ( Paz. Op.
Cit., pág. 117) y este deseo con su correspondiente
pasión, serán deshilados por Proust a lo largo de su obra
en una relación de dominio y servidumbre en la que los papeles se
alternan: ¿No es Swann el siervo al admitir los diversos
amantes de Odette y no es Odette la sierva que espera pacientemente su
paga? Esta mutua servidumbre es llevada a excesos obscenos en tanto lo
obsceno es un atentado deliberado contra el pudor (
Gorsen. Op. Cit., pág. 91), contra ese falso
pudor que Odette manifiesta; de esa misma Odette que está dispuesta
a hacer catleya con quien mejor sus caprichos cubra, hecho que
nos
lleva inevitablemente a las proféticas palabras del libreto de Halevy
y Meilhac en relación al texto de Mérimée:
El
amor
es un gitanillo que jamás la ley conoció.
Si tu no me
amas, te amo yo;
si yo te amo:
¡Ten mucho
cuidado! ...
crees tenerlo,
el te evita;
crees evitarlo,
el te tiene.
(Halevy y Meilhac. Libreto para la
ópera CARMEN. Daimon, 1983.)
Esta es una degradación
subversiva que responde también al concepto que nos proporciona
D. H. Lawrence:
El
hombre es una bestia mudable
y las palabras
cambian de significado junto a él
y las cosas
no son lo que parecen
y lo que es
se convierte en lo que no es.
(D. H. Lawrence. Sexo y literatura.
Fontamara, s/f. Pág. 48.)
Las mentiras de Swann y Odette
se irán convirtiendo en verdades: los cambios de amantes se darán
como si de obsesiones se trataran.
Recordemos como al inicio
Odette
va desplazando poco a poco a una joven obrera en el imaginario de Swann:
la realidad se va degradando y al degradarse, los personajes pueden
asumir
todo en perpetua metamorfosis.
Odette
sería en palabras de Lawrence, una ninfa, ya
que no está en la naturaleza de una ninfa ser constante
(Lawrence. Op. Cit., pág. 83).
La mutante naturaleza femenina transgrede la eternidad de una ninfa.
Pero
en el amor, si se pretende como amor único, debe satisfacerse
el requisito de la exclusividad a fin de que el
cuerpo piense lo que el alma concretiza y se logre la unión
de esos contrarios. Swann siente por Odette algo que él
cree que es amor, aunque no reconoce la categoría de amor
único puesto que se convierte en un
ser incapaz de amar: Ha tenido ya a tantas, que quizá por
eso irá cayendo en una espiral obsesiva que tocará los límites
de la locura ... una locura nacida de la inconstancia, de la
inestabilidad,
de la minus valoración proyectada en la multiplicidad de cuerpos
sin sentido que resultan en una erotización hueca: degradada.
EPILOGO
(3)
Recordemos las siguientes palabras
de Octavio
Paz:
El
amor está compuesto de contrarios ...
que no pueden
separarse y que viven sin cesar en
lucha y reunión
con ellos mismos y con los otros.
Estos contrarios,
como si fuesen los planetas del
extraño
sistema solar de las pasiones,
giran en torno
de un sol único.
Este sol también
es doble: la pareja.
Continua transmutación
de cada elemento:
la libertad
escoge la servidumbre,
la fatalidad
se transforma en elección voluntaria,
el alma es cuerpo
y el cuerpo es alma.
... Amamos
a un ser mortal como si fuese inmortal.
(Paz. Op. Cit., pág. 131)
Podemos finalizar agregando
que,
entre el amor y el erotismo, existe la
posibilidad de la degradación
por el miedo y la mentira, por la incapacidad propia de los seres que
nacen
muertos al amor, tal y como las almas que se pierden mutuamente dentro
de un cosmos imaginario.
Nuestra lectura críticamente
perversa ha juntado esos polos que Proust nos ofrece en este ejemplo
concreto,
caminando de la mano con los Swann.
Y tú, mi querido lector:
¿Participas de los seres que
han nacido muertos al amor?, ¿Eres de aquellos que se lamentan de nunca
poder alcanzar al príncipe azul, cuando lo que les corresponde es
solamente un sapo ... a lo largo y a lo ancho de esta Feria
de Vanidades?
MARCO ANTONIO CORTÉS SÁNCHEZ
En la Ciudad de México, a los 17 días del mes de junio de 1994.
MALDICIÓN ETERNA PARA LOS QUE SE HAN ROBADO ESTE TRABAJO. NADIE tiene permiso ni derecho de robarse éste archivo, ni de colocarlo en otro sitio, sin permiso expreso y escrito del autor.
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